Mi maestro el manzano
Contraportada
Un mágico portal se abrió ante Mauricio Tolosa un día de otoño. El manzano japonés que crecía en el patio de su casa, a los pies de la cordillera de Los Andes, atrajo su mirada de fotógrafo y escritor, y lo instó a cruzar hacia el Reino Plantae.
Y se dejó guiar, aprendiendo gradualmente a leer y escuchar las señales, tiempos y ciclos del árbol maestro. «Observar cómo se abren sus botones, sentir su fragancia como una bruma envolvente y vibrar con su energía fueron maneras de regar y rebrotar zonas dormidas de mi ser», confiesa.
Un nuevo sentir ante su jardín, y las plantas, árboles y seres vivos que lo habitan, y también sobre sí mismo, registra este diario de viaje donde respiran jazmines, exuberantes malezas, un voluntarioso limonero, místicos colibríes y babosas fugitivas, junto a solemnes alerces y jacarandás.
El manzano invita a arborecer, a volver al ritmo de la naturaleza, de las estaciones, de los brotes y los frutos, de la pérdida de las hojas y los florecimientos, y a asombrarnos ante su mundo que late mucho más cerca de lo que nuestra sordera del verde permite escuchar.
Comentario de Jordi Lloret, escritor, poeta, activista cultural
Un viejo manzano japonés y el protagonista de la novela.
Un filósofo que en el patio de su antigua casa descubre
su “jardín de la gratitud”. Descubre figuraciones en la costra del manzano. Ve salir abejas empapadas de polen.
Medita en la posición del viejo abuelo Alerce de 5.000 años.
Un libro de la editorial Urano bellamente editado en este Chile
del sur del planeta.
Viaje al centro del mundo Plantae. Al estar presente en las vibraciones, al encontrarse con los otros y con las plantas, árboles, pájaros, ve nacer picaflores andinos, pasa del asombro al cultivo
y esas magníficas tizanas entre súbitos encuentros con el universo cercano que no había visto, sentido.
El Arborecimiento de Mauricio brota en los cuarenta patios
o chacras, compone su voluntad de salir del fracaso del reino Mental.
Cultivador de haikús, fotógrafo de nidos invisibles.
Con una oralitura simple y amable, nutriente, ecopoética, como se le escuchó en el centro Cultural de las condes luego de que plantara en el lugar un manzano “hijo de mi maestro”.
Re aprender a comunicarse con la tierra y sus elementos
y en tono trágico y humorístico, se trata de salvarnos como especie.
Y también se puede leer como diario.
Libro en primera persona asombrada.
Viaje al interior de arborecer Mauriciano; Alicia cruza el espejo y habla vibrando con los seres, colores, olores, jardineros.
Un gran aporte al Afuentro de las búsquedas planetarias del aquí y ahora. Un planeta agónico y enloquecido por la velocidad y el individualismo digital y plástico. Sin calma ni remanso.
Abrumados por las tecnologías y un trágico neoliberalismo
asolado por la peste y el altiro, la codicia, la guerra, los pesticidas.
Asolados reímos las hojas y los oídos del níspero. El canto del colibrí dibuja horizontes interiores. El zorzal escucha el gusano de seda, segundos antes de la metamorfosis.
Un nómada que se revuelve, en el origen de su estar siendo Plantae,
de sus meses en el útero verde.
Digo filosofo pues al leerlo me remonta a la sabiduría antigua de
los mapuches hombres de la tierra. Me recuerda a “Loa a la tierra” del filósofo coreano Han que se desplaza de la heridabierta coreana a la cicatriz berlinesa. Decide como Mauricio crear y recrear un jardín.
Dibujar las plantas y tomarse el tiempo lento de la madre naturaleza.
Y desde allí deconstruir el ser y el tiempo.
Como el filósofo argentino Kush que descubre el “estar siendo” en conversación silenciosa con la naturaleza, es su centro. Deja el “ser” urbano como un fracaso de los ochomilmillones.
Escribo al escritor amigo que ahora mira el amazonas desde el aire y adonde ahora tiene su ruka vibrante, de aprendiente y maestro.
Valiente, honesto, se adentra en la palabra y nos ofrece un libro analógico en tiempos digitales.
Un libro que incluso podría ser más breve.
Por su cultivo de los haikus de Basho y otros y en silencio nos advierte que el libro de su entrada al mundo plantae pudo ser breve pero que opto por transmitirnos su aprendizaje y se agradece mucho.
Mauricio Tolosa, mi tercer maestro amazónico.
Jordi pájaro mestizo.
Comentario de Cecilia Montero, socióloga, escritora, autora
Encuentro con otros Reinos
Es propio de nuestra especie, los humanos, el correr a buscar soluciones cuando algo nos sale mal. En francés existe la expresión fuite en avant para designar un estado de aceleración en el que, sin pensarlo, hacemos más de lo mismo, evitando entrar en lo que tenemos enfrente. Es algo que caracteriza estos tiempos de crisis económica y colapso climático. Mientras un puñado de magnates construye refugios o naves para irse a otro planeta, otros siguen consumiendo compulsivamente en una suerte de carpe diem, de gozar el momento mientras puedan.
Pero hay más. Personas, grupos, comunidades, que llevan un tiempo desarrollando nuevos modos de vida, lejos de la economía, anclados en la tierra. Convencidos que la búsqueda de soluciones mentales, tecnológicas, es lo que nos tiene mal, estas personas han abierto los ojos, los pies, las manos, para reinsertarse en el entorno material, animal y vegetal. Los caminos son variados, los hay de la parte de científicos y antropólogos que nos han regalado al compartir sus hallazgos sobre la conducta de los animales, las formas de comunicación entre los árboles, en fin, la posibilidad de escuchar mejor el lenguaje de la tierra en todas sus manifestaciones.
También hay caminos individuales como el del filósofo Byung Yul Han, quien comparte con sus lectores su descubrimiento del jardín, como práctica cotidiana de meditación.
Y tantos otros testimonios de los beneficios de vincularse más estrechamente con el reino animal y vegetal. Se trata de un movimiento del humano hacia lo no-humano que es unidireccional, o por decirlo de otra forma, es una relación en la que no hay
diálogo.
Una notable excepción es la experiencia de Mauricio Tolosa, quien se ha adentrado en una conversación, en los dos sentidos, con el reino vegetal. En su libro recientemente publicado por la editorial Urano, “Mi maestro el manzano “, nos comparte sus experiencias que van mas allá de la jardinería y la contemplación. Con un estilo estudiado cuidadosamente para trasmitir con exactitud el proceso progresivo de ir acercándose a un árbol, una planta, una flor, nos lleva a escucharlo a él como protagonista de una experiencia límite. Místico y poeta Mauricio desarrolló bastante, lo que él llama el “logos”, es decir el razonamiento mental, advirtiéndonos que desde ahí solamente no es posible entablar conversaciones con otros reinos.
Aprendemos mucho a través de Mauricio, relatando sus aprontes con las plantas, sus dudas, su autocrítica, y sobre todo su capacidad para comunicar, en un párrafo o un haiku, su manera peculiar de conversar con su árbol maestro, el manzano, ya sea observando los cambios en su corteza, su deseo de reproducirse, su particular vibración.
Quizá lo más valioso de este testimonio poético es que constituye una forma indirecta, sutil, y cuidadosa de hacernos ver cómo hemos funcionado con nosotros mismos, “podando” nuestras capacidades, al igual como cercenamos un frutal al podarlo. Sin recurrir a frases hechas ni conceptos teóricos lejanos, nos transmite esa enfermedad tan dolorosa que es el vivir desconectado de la naturaleza. Dejar de analizar, de separar, de controlar y de huir…para habitar el presente. Una puerta maravillosa se abre de estar atentos a las señales de un manzano, un jacarandá, un romero, un jazmín…hasta percibir la vibración de un colibrí que sobrevuela la salvia llena de flores.
Cecilia Montero
París, Septiembre 2023