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Jardín resonante del Ololiuqui

 

“Los efectos transformadores de una relación de resonancia se evaden siempre

e inevitablemente del control y el planeamiento por parte del sujeto”.

Hartmut Rosa

En 2023, durante mi residencia en Wasiwaska, el centro de investigación interdisciplinaria sobre plantas, consciencia, arte visionario y espiritualidad indígena, ubicado en el Sur de Brasil, inicié la cocreación del jardín resonante del Olioliuqui.
Durante el último año, mi relación con las pla
ntas había estado centrada en la contemplación, la meditación, las esencias, la escritura y la fotografía, pero con escasos momentos de jardinería donde pudiera meter el azadón, la pala y las manos en la tierra, traer plantas, cultivar, trasplantar, reubicar. En la jardinería se puede desarrollar una dimensión profunda y esencial de la comunicación interespecies. Tomamos vida en nuestras manos, semillas y plantas jóvenes, las movemos, las trasplantamos, las cuidamos y ayudamos a crecer, nos fusionamos con ese soplo vital, nos sumamos al concierto de la tierra y lo escuchamos desde “dentro”.


Un jardín es un espacio vivo, nunca terminado, siempre en evolución, llegan nuevas especies, otras mueren, otras se expanden o disminuyen. Al comienzo cada planta ocupa su nicho individual, pero con el tiempo forman un organismo unido y diverso, intercambian a través del suelo y sus bacterias, entrelazan sus raíces, forman las micorrizas, y en el aire, se fusionan a través de sus terpenos, extendiéndose en una nube de aromas entretejidos.
 

En el comienzo del jardín resonante prioricé la búsqueda de especies vinculadas a la magia, la medicina, la cocina, algunas nativas, y también dejé espacio para que las propias plantas se fueran manifestando. Sobre todo busqué plantas fragantes. Imagino que con el tiempo sentarse a contemplar el jardín será como un baño de bosque concentrado donde aromas y terpenos abrirán resonancias inesperadas y benéficas. Un espacio para sumergirse y disfrutar sin expectativas y resonar con otras especies y con la vida, observar y registrar y dejarse invitar por la nube aromática a navegar por la gran red de la bios, a descubir y descubrirse.
 

Mirado desde la aridez desértica del clima mediterráneo del centro de Chile, en el Sur de Brasil todo crece y se desarrolla a una velocidad asombrosa. Algunas de las pequeñas plantas, como la albahaca, ya están floreciendo y llegan las primeras abejas y mariposas.

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